Ánima de Wajdi Mouawad

Ánima

Wajdi Mouawad

Por María Julia Hidalgo López

México lector, Julio, 2020

Caminó a casa con la seguridad de llegar y continuar el ritual de la jornada. Cenar, resumir en una charla cómo se pasó el día; eso es lo menos que encontraría aquel hombre. Esa tarde, antes de llegar, Wahhch aún tenía vida, aún contaba con la alegría de poseer lo que cualquier hombre honrado alcanza a su edad. Sus pasos abrían sido más cortos, de anticipar lo que encontraría. Wahhch Debch llegó a su domicilio, abrió la puerta y su mujer no lo recibió como otras veces. La encontró en el suelo, con los ojos abiertos y fijos. Él comienza a reír convencido que se trata de un juego más. Al instante reacciona y ve que ella se encuentra en un charco de sangre, brutalmente asesinada y …  

Sin pausa ni preámbulo, sin tiempo para reaccionar. Una imagen brutal es el principio de Ánima. Un final anticipado y todo un desprendimiento de supuestos y recuerdos de infancia que se entrecruzan en la mente de un hombre perturbado al encontrar sin vida el cuerpo de su esposa. Léonie ha sido asesinada sin piedad, cortada de su vientre donde se gestaba el primogénito de ambos. ¿Cómo puede continuar un hombre cuando ha sido despojado de todo cuanto tiene sentido en su vida?, ¿de dónde partir para reconstruir una relación con el mundo y querer continuar en él?, ¿cómo es capaz un hombre de soportar la verdad? En el mundo de Mouawad no hay contemplación para mostrar lo siniestro de la condición humana. Esa es la magia y franqueza de Ánima.

Wajdi Mouawad, escritor libanés, radicado en Francia y nacionalizado canadiense, es el autor de Ánima, una novela de una violencia bestial, que se remonta a la esencia más primitiva y animal del hombre. Mouawad es catalogado uno de los grandes genios de la narrativa contemporánea y conocerlo con Ánima ha sido bestialmente humano. Una obra paralizante, capaz de cortar el aliento. Contada y narrada por el minúsculo mundo de los animales «gatos, moscas, pájaros, hormigas, cucarachas, perros, víboras, caracoles, osos, caballos, etc.», que son quienes presencian y atestiguan lo ocurrido esa noche y quienes seguirán los pasos de Wahhch hasta dar con el asesino.

Casi sin alma y como un autómata, Wahhch necesita encontrar al asesino. No lo mueve el odio ni la venganza. Lo que necesita es verlo de frente. Saber qué rostro y qué ser ha sido capaz de despojarlo así de la vida. Qué piensa, qué huele, cómo es, qué hace un hombre, un engendro abominable que arrebata bestialmente la vida. Un recorrido de pistas le hace saber que el asesino pertenece a una reserva india, entre los límites de Canadá y Estados Unidos. Sus días y sus noches son descritos por los animales que, sin percatarse, encuentra en su camino. Incapaz de sostener grandes diálogos con otros hombres, Wahhch parece entablar un lenguaje íntimo con los animales más visibles, quienes a su vez parecen ser los únicos en comprender el color amarillo de su tristeza.  

El encuentro se da. Wahhch da con el asesino de Leónie de la manera más sorpresiva. El diálogo y la situación con éste son tan brutales, casi tanto como conocer su verdadero origen. Wahhch fue un hijo adoptivo, que fue rescatado de la Alemania nazi. Sin saber, la búsqueda del asesino lo llevaría a descubrir la historia de su propia infancia. Un pasado que toma forma y sentido entre la tierra y los animales; todo se consume bajo el cielo de Ánima.

Quienes han estudiado la obra de Wajdi Mouawad, tanto en teatro como en la literatura, hablan de su capacidad para evitar adjetivos. Los juicios no están presentes en su obra, mas sí un pasado y un mundo de infancia que intenta interpretar para dar sentido a su trabajo como artista. Sin duda lo que se muestra en Ánima está lejos del juicio y la condena, algo que parece ser una de las premisas de Mouawad. Se debe despojar de todo para ser capaz de leer Ánima.

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