Entrevista a Mariana H: Neurosis, sustancias y Literatura

Neurosis, sustencias y literatura

Bar Cluny en San Ángel, poco antes de las 7 de la noche, una semana antes del Gran Confinamiento…

Tomamos una periquera y pedimos dos Cabernet de Santo Tomás con aceitunas, frente a mi tengo a una mujer que conozco de oídas en la radio desde hace unos 10 años, pero que admiré exactamente el viernes 6 de septiembre de 2019, cuando en Querétaro entrevistó al gran ex baterista y tecladista de The Cure, Lol Tolhurst; ese día me enteré que tenía una personalidad tremenda y una mentalidad audaz y al mismo tiempo divertida, estoy hablando de Mariana H. 

Periodista musical y cultural, locutora en la radio, presentadora de televisión y escritora son los campos que definen su vida profesional. Su libro Neurosis, sustancias y literatura lo encontré de casualidad en Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, lo compré sin saber que me encontraría con una de las lecturas más ricas e ilustrativas sobre el mundo contemporáneo de la literatura en México. Se trata de un hermoso bestiario que reúne a 21 escritoras y escritores que como dicen “están partiendo el queso” en la literatura joven mexicana. 

Mariana H.

Esta selecta lista de neurosis y sustancias está conformada por Jazmina Barrera, Luis Jorge Boone, Hernán Bravo Varela, Jorge Comensal, Guillermo Espinosa Estrada, Verónica Gerber Bicecci, Laia Jufresa, Rodrigo Márquez Tizano, Fernanda Melchor, Jaime Mesa, Emiliano Monge, Luis Muñoz Oliveira, Antonio Ortugno, Diego Enrique Osorno, Pergentino José, Eduardo Rabasa, Antonio Ramos Revillas, Daniel Saldaña Paris, César Tejeda, Sara Uribe y Carlos Velázquez. 

Mariana me pregunta si el volumen de la música del restaurante no interfiere con mi grabación, le contesto que no y empezamos…

¿Por qué escogiste a estas y estos 21?

Me senté con mi libreta y puse un montón, pero una cosa es presentar una lista y otra es realmente ¿Quiénes realmente tengo al alcance? ¿a quienes no conozco y necesito investigar? Unos los tenía en el radar y a otros jamás los había escuchado. Hoy, a tres años de esa selección, estoy muy satisfecha porque no hay ninguno que haya sido por ser amigo, y todos han logrado cosas muy padres. 

Por ejemplo Fernanda Melchor no tenía el lugar que tiene hoy por Temporada de Huracanes, Emiliano Monge sacó un librazo que en ese entonces no había nacido, sabía que Jazmina Barrera era una gran escritora pero hasta ahí, sabía que Sara Uribe era un talento absoluto, pero apenas las conocía.

A tres años de distancia me hubiera encantado que estuvieran en esta selección Isabel Zapata, Abril Castillo, Alaíde Ventura, pero no las conocía y aún no estaban publicados sus libros. Confié en la buena literatura antes de poner una cuota de género, porque talento hay. Si hoy en día hiciera una nueva selección absolutamente honesta, estoy segura que habría más mujeres, porque lo están demostrando muy cañón. 

Se acerca el mesero y H le pide que baje la música porque está interfiriendo con mi grabación, le digo que estoy bien e insiste con el mesero… Me da risa porque justo creo que uno de los hilos narrativos de su libro es sobre obsesiones y manías. Y en este sentido de los hilos conductores, se abordan temas como violencia, generación, religión, centralización, reconocimientos, etc, por ello mi siguiente pregunta.

¿Por qué seleccionaste esos temas o preguntas?

La verdad es que no tenía una serie de preguntas, sí tenía cinco temas que eran hablar sobre publicar desde el Interior de la República, situación que pasaba hace 20 años, y ahora no. La literatura del norte que tuvo un boom importante, no sólo con los grandes ejemplos como Elmer, David Toscana, etc., pero ahí está Carlos Velásquez, Boone, pero también está Veracruz, Puebla, entonces esto era parte importante. 

Me importaba también el ¿Cómo es que se decidieron a ser escritores? Es muy fácil decir, yo quiero ser escritor, pero ¿tienes el talento? También el ¿Cómo vivían el asunto de escribir? Porque muchos dicen que atraviesan crisis y que físicamente es muy cansado, entonces asumes que no puedes escribir, o también se vale decir que te la pasas muy bien escribiendo, no tienes porque sufrir como parte del Cliché. 

Me interesaba mucho el cambio de tono del escritor solemne y estructurado y correcto, y eso en todos esos autores encuentro una ruptura, el abordar temas desde distintos géneros. Lo de la violencia, que al final fue el hilo conductor más importante, más bien fue saliendo y un personaje que tampoco era mi cuate y ahora adoro, Toño Ramos-Revillas, fue el primero  que me habló de la religión. Me dijo “es que yo no podía escribir sin quitarme de encima la religión, porque en mi casa no se podía oír radio, porque bailar era de herejes, no podía entrar a una cantina ni tocar música, entonces me di cuenta que para ser escritor, tenía que quitarme todo ese pedo religioso y dejarlo atrás” 

Entonces pensé, que en un país donde la religión rige muchas estructuras, a nadie le hice la pregunta de la religión, ya llevaba unos cuatro o cinco y a través de un mail tuve que contactarlos para preguntarles sobre este tema. A raíz de esto, les pregunté a todos ¿cuál era su relación con la religión? Obtuve resultados de “Me vale madres”, “es un acto de manipulación”, “tuve que dejarla” o “soy una persona muy creyente y voy a misa”, entonces eso me gustó mucho y me demostró mi sesgo personal, pensando que en este país ya no estamos tan metidos en eso y que no afectaba a la literatura, pero sí. 

Sobre las personalidades de los escritores versus sus textos, se podrían escribir cantos gregorianos y tesis de doctorado sobre ello, en verdad es todo un tema que en este libro literal se puede palpar. Con H encuentro una personalidad muy imponente sin llegar a ser dominante o incómoda, al contrario, me da confianza… o tal vez sea el vino. El caso es que, teniendo en el cartel de este libro a esta increíble bajara de autores, me da mucha curiosidad saberlo y me deja sorprendido su respuesta, juraba que sería Carlos Velázquez, Diego Enrique Osorno o Fernanda Melchor.

¿De los 21, quién fue la personalidad más compleja? 

Sara Uribe, porque no la conocía, pero cuando leí su libro Antígona González quedé impactada por la fuerza de su literatura, me dejó helada, casi asqueada de hablar de la crueldad, de los cuerpos descuartizados, de una reflexión de darle importancia a un cuerpo. Fue un libro que me descolocó, y entonces la busqué. 

Ella no me conocía tampoco, me dijo, nos vemos en tal lugar y haz de cuenta que en dos minutos me estaba hablando las cosas más horribles de su vida, y con eso me refiero a la muerte de su mamá, los abusos de su tío, del convento, de muchas cosas que tuvo que sufrir. No fue sólo por la historia, sino porque llega, te mira a los ojos, te cuenta su historia y te dice qué está pasando con ella en el presente. Me dejó muy impactada Sara Uribe. 

Así como en México existió la Generación de la Casa del Lago hace más o menos 100 años, La Onda en los 60´s y la Generación del Crack en los 90´s, hoy en día este talentoso grupo de escritores de los que escribe H son – como lo dice el libro en su portada – escritoras y escritores más o menos jóvenes, partes de una generación ¿o no?

¿Por qué en tu libro, muchos escritores niegan pertenecer a una nueva Generación? 

Yo creo que es parte de su rebeldía, claro que existe. Desde sus estilos poco homologados, está perfecto, unos hacen poesía, otros novela, otros ensayo, creo que sí están en una situación donde no podemos ser indiferentes. Si nos estalló el país en la cara no podemos ser indiferentes, y lo que me gusta que la novela menos violenta puede ser la de Laia Jufresa y la de Verónica Gerber, pero ellas mismas dicen que incluso en sus obras hay desaparecidos. Y esa conexión de desaparición ya nos conecta con los que están desaparecidos en este país por el crimen organizado. 

Todas y todos los que están en este libro vivieron la llegada del internet, eso no puede ser indiferente a nadie. Nosotros vivimos el hacer nuestras tareas y tomar dictado del pizarrón, y muchos de ellos escribir sus artículos a máquina de escribir y mandarlos del fax al clic. Eso también a nivel profesional te convierte en parte de una generación.

Sustancias, un adjetivo muy ligado a la escritura desde tiempos remotos, a esta altura de la plática con H, me parece que la sustancia que permea es la palabra. De pronto  se arranca a contestar, luego hace una pausa y continúa, piensa, me pregunta, se contesta, se disculpa, sin embargo la palabra y la idea permanece, realmente es divertida. Ya casi me acabo mi Cabernet y ella no va ni a la mitad.

¿Cuál es la principal sustancia que encontraste al escribir este libro? 

En la cuestión de las sustancias es como un doble juego, porque muchos van por el mundo, y con esto me refiero a crónicas, a la FIL, al exhibicionismo de las drogas. Las dos profesiones que yo conozco que te dan licencia de estar hasta el huevo de coca, chupe, mota etc, es la literatura y la música, claro, seguramente un contador podría estar hasta el huevo de coca, pero, por un lado hay una exacerbación de eso y por otro lado, en un bajo perfil sí hay un consumo importante, que no es nuevo, o sea me refiero a que los poetas malditos estaban también hasta el huevo. 

Me gusta que se hable de eso, y por más que critiquen a Carlos Velázquez, la forma en que él aborda su consumo de cocaína como en el Pericazo Sarmiento me da mucha risa, y él se está juzgando y se está autoflagelando, pero dice que seguirá consumiendo.. Las sustancias ahí van navegando, algunos faroleando, otros realmente preocupados. 

Y las neurosis, siento que no se han querido definir como los escritores de antes, me refiero a “yo no voy a ser como la Generación del Crack, como los de La Onda”, como que están tratando de definir algo que no quieren que se encasille en una sola cosa, y ahí va parte de la neurosis y que además ahora el gremio es todavía más crítico. 

Una de las columnas más celebradas era la de Sergio González Rodríguez, y sobretodo en la parte donde tiraba mierda y decía “este libro es una porquería, el peor libro del año”, y me han dicho que a Sergio le valía madres, pero tal vez a ellos sí les importaba mucho. La inseguridad es parte de la neurosis. 

Uno de los comunes denominadores en todos estos 21 escritores es la violencia, alimentada por la situación del país en los últimos 25 años y también gracias a la inmensa difusión y escarnio que se hace de ella en medios de comunicación. En este sentido la literatura también se aprovecha de ello e incluso mejora cuando la violencia aumenta, es una fórmula terrible pero grandiosa, la literatura se alimenta muy bien de la violencia. 

¿Qué piensas de los nuevos lectores que están consumiendo autores que de una u otra forma, escriben sobre violencia? 

No se puede negar la violencia, la literatura no es la solución tampoco, ni se pretende que sea el móvil por el cual las cosas se van a solucionar, pero sí es una válvula de escape para los escritores y es un llegar a puerto para muchos lectores. También creo que cualquier lector que consuma literatura violenta o violencia en la literatura no los va a hacer criminales, que se haga humor a partir de esto, no hará que los autores que escriban esto sean invalidados o sacados del medio porque tengan un contenido violento. 

Me queda más claro en la música, Café Tacuba deja de tocar Ingrata en sus conciertos y eso no va a acabar con la violencia, ni quiere decir que sus integrantes sean asesinos de mujeres. Botellita de Jerez en su canción Alarmala de Tos habló de un feminicidio, de corrupción, de violencia doméstica, y eso no quiere decir que no se pueda tocar esa canción.

Yo confío en un público lector que sepa discernir entre la literatura y su quehacer en el mundo y entre el humor y su comportamiento hacia el mundo, para no invalidar esta producción artística. 

Recuerdo la primera vez que vi a H en persona, hará unos 4 o 5 años en su cabina de Grupo Imagen, yo acompañaba a Cristina Fuentes La Roche, Directora del Hay Festival y reconozco que estaba emocionado de estar ahí, apenas fueron unos minutos pero automáticamente la coloqué en mi vitrina de periodistas destacadas. 

¿Por qué seguimos teniendo una tasa tan baja de lectores en México, qué no se está haciendo desde el periodismo cultural? 

Dos cosas. Una desde el periodismo y lo he dicho en muchos medios. Creo que tendemos a pensar en lo que dijo alguna vez Monsiváis, “la alta cultura y la baja cultura”. Todos los que hicieron medios durante mucho tiempo tenían que demostrar que sabían mucho, entonces, no puedes hacer una referencia a un libro sin mencionar una hermenéutica kafkiana aterrizada en un meta-texto que viene traducido como cuando Shoppenhauer dijo… es una pendejada, eso a mi me sonaba también, si no entiendo lo que está diciendo el crítico en prensa, radio o televisión, pues menos va a entender el libro. 

Creo que los medios nos equivocamos y he tratado siempre de no involucrarme pero soy parte de esto también. Deja de estar mamando con tus palabrotas y tus conocimientos, en vez de decir “el libro se trata de …” ¿Por qué no me hablas de A+B=C? Entonces, la falta de claridad y solemnidad me parece que ha perjudicado mucho al lector, enganchar al lector desde lo terrenal. 

Y dos, que necesariamente la industria mediática ha hecho – al igual que con la música – que sea mucho más fácil conectar con algo muy básico. La industria ha privilegiado a los Bestsellers y a libros de autoayuda. 

Un chavo me dijo un día “Me gusta mucho leer ¿qué me recomiendas? Porque yo sólo he leído El Alquimista” y yo digo, claro, porque es una literatura fácil y  condescendiente, y eso porque apela a los miedos universales de todo, a veces te sientes menos, inseguro, y entonces te voy a decir “alza tu mente, etc”. Si uno de los libros de autoayuda funcionara, habría uno o dos, no habría 200 porque apelan a la ignorancia y a los vacíos de la gente.

Pedimos una segunda ronda de cabernet y regresamos a Neurosis, sustancias y literatura. Cuando compré el libro venía empaquetado y no podía saber qué escritores estaban en él, fue hasta que lo abrí cuando me enteré de algo muy motivante para mi, porque al menos la mitad de los escritores eran de mi agrado, un par no me laten tanto y otras más no las conocía. De forma muy personal sí me interesaba mucho leer una charla desenfadada con Luis Jorge Boone, Emiliano Monge, Diego Enrique Osorno, Eduardo Rabasa, Carlos Velázquez, Fernanda Melchor y Laia Jufresa, quería saber ¿qué decían, cómo pensaban?

Después de publicar este libro ¿Qué comentarios recibiste por parte de los escritores involucrados?

Es la primera vez que me hacen esa pregunta y creo que nadie me dijo nada (risas), neta no. Recibí cariño. Una historia que me gusta mucho es que por este libro yo conocí a Jorge Comensal, y mi final cursi, como muchas de las cosas que hago, algo así como en Casablanca, creo que es el principio de una muy buena amistad. 

Nos sentamos a platicar y de pronto ya estábamos riéndonos y platicando. Me vibró increíble, pinche Jorge, y ahora es uno de mis grandes amigos, fui a mezcalear con él hace una semana. Comensal sí me ha dicho que tarde o temprano íbamos a ser amigos; con Jazmina he tenido una amistad muy bonita. Creo que más que decir está chido o está horrible tu libro, me han dado mucho cariño, y eso a mi me da mucha paz. Acabo de recordar… algunos me dijeron: escuché cosas de mi que no sabía que tenía o que había dicho, o que pensaba o que hacía ¿interesante, no?

En cada una de las charlas del libro se respira una atmósfera distinta, y todo tiene que ver el entorno donde se realizó, no es lo mismo hacer una entrevista en una oficina que hacerla en el Imperial, este ingrediente imperceptible le da un toque interesante a cada charla. A propósito de esto, son casi las 8 de la noche y el Bar Cluny ya empieza a hacer ruido con la gente que está llegando. 

¿Cómo planeaste los lugares donde realizarías tus entrevistas? 

Pensé mucho en esto. Es un hecho y mi hermana que me conoce me dice ¿Por qué citaste a comer a la gente si lo que más te caga es que la gente te vea comer? Es un trauma que tengo y no sé por qué, o sea, yo veo gente que está comiendo contigo y me da un estrés, no sé por qué. 

De ahí salen muchas neurosis, qué pides, comes poquito, eres vegano, te pides un pinche filetón, te tomas 10 tequilas o tres aguas de chia, te dice mucho la gesta de alcohol y comida. A muchos les propuse un lugar pero te juro, me tardaba horas, revisaba cantinas, tipo de comida, servicio, música, para que pudiera embonar. 

En la de Verónica Gerber quería llevarla a un lugar mono, pero no sé si iba a decir “qué pinche lugar mamón”, pero justo no sabía. Carlos Velázquez, Monge y Luis Muñoz dije claro, mariscos y el restaurante árabe que le gusta. Para mi era muy importante el contexto y al final, más que el lugar o la comida, era el ambiente y la música. 

Sin embargo ese fue el primer problema que tuve porque dije “Claro, quieres tener algo más platicado, pero no te diste cuenta que estamos en una cantina y todos están cantando José José”, entonces, eso me puso un poco de problema, pero intenté que los lugares tuvieran ciertas características que fueran con la personalidad de cada uno.  

Y a propósito de la música ¿Si pudieras musicalizar este libro, a qué bandas sonaría? 

Sonaría a Ramones, Bruce Spreengsten, Bob Dylan, Charlatans, y con estas bandas me estoy refiriendo a ellos… Los más musicales que son Rabasa, Velázquez y Ortuño. Esos tres son mis punks de corazón, creo fue con los pocos con los que hablé de música. Y si fuera por mi, tendría los mismos, más Leonard Cohen, Tom Petty y Patti Smith. 

En tu prólogo te preguntas ¿En qué carajos me metí? Y cierras con una frase contundente, se fumaron demasiados cigarros, nadie comió postre.

¿Ya sabes en qué carajos te metiste? 

Creo que seguí el consejo de mi gran maestro literario, Eduardo Casar, que me decía “cuando no sepas por dónde empezar a escribir, escribe lo primero que se te venga a la mente, aunque sea una banalidad” Seguí ese consejo.

En ese momento no sabía en lo que me metía, dos años después, que es ahora, estoy terminando mi nuevo libro “Neurosis, Sustancias y Música” y serán 26 charlas, no sabes cómo hablan y hablan. Este nuevo libro me ha costado tres veces más, pero estoy muy contenta y agradecida de poder escribir y compartir estas Neurosis, sustancias, literatura, tragos y comida, con gente que admiro y respeto muchísimo.

Previo a la entrevista, H me dijo que se había quedado de ver con un amigo ahí en el Cluny, pero afortunadamente para mi, ese amigo – qué más tarde me enteraría es nada más ni nada menos que el Maestro Alejandro Rosas – va retrasado en su cita.  Aprovecho para abordar un tema que también nos atañe a todos, el feminismo. 

¿Hacia dónde va la literatura femenina en México? 

Es un tema bien complejo, hay tan buenas escritoras en este país que pueden hablar de lo que sea, no debe haber una línea para que hablen sólo de género. Si eres gamer y quieres escribir una novela de videojuegos con un personaje masculino que es gamer, hazlo. No metas forzosamente a una mujer a un tema por cumplir con el género, las mujeres tienen la capacidad literaria de construir tu propia historia, tu cuento, tu ensayo, tu reportaje, hasta ahí.

Finalmente ¿Cómo te sientes con el resultado de esta publicación?

Este libro salió hace dos años y me pone muy contenta, porque lo que yo más quiero es que este trabajo que hicimos todos pueda ser un referente en algunos años más, un referente con respecto a la tecnología, equidad de género, temas y a la forma de hacer periodismo. 

Soy la persona más insegura del mundo, pero el trabajo de las y los escritores me ha hecho sentirme segura. 

Le pongo STOP a mi grabadora y le pido aún con cierto nerviosismo a Mariana que me firme mi ejemplar, platicamos de banalidades, de su charla con Lol Tolhurst en Hay Festival y de cómo ambos habíamos quedado a las 6 y media y ambos llegamos a las 7, en fin. Más tarde llega el Maestro Alejandro Rosas, nos presentamos brevemente, platicamos 10 minutos más y llega mi momento de irme a casa aunque no quiero hacerlo pero me despido, en fin. Ella paga los tragos, suena Wicked Game, leo la dedicatoria en mi libro, sonrío y así, salgo a las empedradas calles de la colonia San Ángel.  

Mariana H.

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