Este libro es parte de la trilogía de Becky Chambers “Wayfarers” y aunque no continua la historia de los protagonistas de “A Long Way to a Small Angry Planet”, comienza exactamente donde termina este. Yo me enamoré de la primera parte de la serie, personajes abiertos y con personalidades entrañables, una historia llevada por sus personajes y un poco de drama al final, aún lo recuerdo y me lleno de lagrimitas. En una ocasión leí que todos los personajes de Becky Chambers son buenos y pueden resolver sus problemas si se esfuerzan lo suficiente, que más bien se debería llamar Becky “Hugs and Rainbows” Chambers y no podría estar más de acuerdo y no creo que tenga algo de malo.
La historia comienza con Lovelace, una IA de una nave que se la ha dado la opción de instalarse en un cuerpo (el cómo se llega a esta situación es parte de la trama de A Long Way…), decide hacerlo y se va a vivir por ahora, en lo que se adapta y decide que hacer, con Pepper, una mecánica que ha decidido ayudarle.
La historia alterna entre Lovelace/Sidra y Pepper/Jane, contándonos lo que vive Sidra para adaptarse a su nuevo cuerpo y los problemas con los que se llega a enfrentar mientras la historia de Jane nos va a contando de una niña clon que ha escapado de la fábrica en la que se encuentra trabajando hasta terminar viviendo con una nave y la inteligencia artificial guía, quien busca ayudarle a sobrevivir al basurero en el que viven.
La maravilla de historia no son solo sus personajes, la historia de Jane es enternecedora, y el punto de vista dinámico y algorítmico del punto de vista de Sidra hacen una prosa que se siente poética. El tema principal en ambas historias es la inteligencia artificial y lo que realmente significa ser una persona, y lo más sorprendente como estas historias aparentemente separadas, se entrelazan al final.
Maravillosa novela para todos los que creen que aún hay bondad en el mundo.