Mary Shelley y su Prometeo

Mary Shelley y su Prometeo

Cuando hablamos de Mary Shelley automáticamente la ligamos a su novela más famosa, Frankenstein, pero ¿qué orilla a una joven inglesa a escribir sobre un monstruo creado con carne muerta? Para entender Frankenstein es necesario conocer la vida de su creadora. 

Hija de dos intelectuales, William Godwing y Mary Wallstonecraft, su padre uno de los filósofos e intelectuales más respetados del siglo XVIII y su madre, escritora y una luchadora por los derechos de la mujer y la igualdad de género. La pareja se casa cuando Wollstonecraft tenía tres meses de embarazo, a pesar de sus ideas liberales deciden contraer matrimonio ya que Wollstonecraft había tenido con anterioridad una hija ilegítima con un abolicionista americano, había sufrido los ataques y rechazo de ser madre soltera, lo que la había llevado a un intento de suicidio en 1795.

Once días después del nacimiento de Mary, la madre muere por fiebre puerperal debido a las malas condiciones higiénicas con que dio a luz. Marcada por este hecho la muerte se convirtió en una obsesión para Mary, ella tenía un sentido de culpabilidad. Durante su infancia y adolescencia visitaba constantemente la tumba de su madre, le contaba su día a día, le leía todo aquello que escribía. En esto encontramos la primera relación con la novela Frankenstein, ya que Viktor Frankenstein pierde a su madre justo antes de irse a la universidad, y en su tristeza se obsesiona con la muerte, empieza a estudiar a los muertos para aprender de la vida.

La infancia de Mary estuvo rodeada de libros, las reuniones de intelectuales que se llevaban a cabo en su casa, pero contrario a lo que se cree, el padre no tuvo que ver realmente en su educación. Mary nunca fue escolarizada, aprendió a leer y escribir gracias a su niñera quien usaba un método de Mary Wallstonecraft. Claro que el padre no la limitó, pero tampoco aportó, la dejaba ser testigo silenciosa de sus reuniones y acceder a su vasta biblioteca. Uno de los libros que más marcaron a Mary fue La balada del viejo marinero de Samuel Taylor Coleridge. Algo muy similar con el monstruos de su novela, quien aprende solo, observando a los humanos.

Años después de la muerte de Mary Wollstonecraft, Godwing vuelve a casarse con Mary Jane quien ya tenía una hija Claire Clairmont con quien Mary construiría un lazo especial. Pero con quien tenía serios problemas era con su madrastra, razón por la que la mandan a Escocia con unos conocidos.

La vida de Mary da un cambio radical cuando conoce a uno de los poetas más populares de la época, Percy Shelley, con quien inicia una relación prohibida ya que Shelley era casado con una hija y otro bebé por llegar. Shelley sabiendo lo que hacía, le declara su amor y le propone matrimonio a Mary en la tumba de su madre. Como era de esperarse Godwing no vio con buenos ojos esta situación, razón por la que corre a Mary de la casa.

Durante esta época hubo un desarrollo tecnológico y científico muy importante, estaban en una nueva ola de la Revolución Científica  y Tecnológica, se ponía en tela de juicio la existencia de Dios y comienzan a verlo como una hipótesis. En esa época un famoso científico italiano se encontraba de gira por Londres, Luigi Gavini, acababa de publicar sus experimentos donde se decía convencido que la fuerza vital era igual a la electricidad. Su experimento más famoso iba a ser demostrado en un anfiteatro anatómico de Londres, usando el cuerpo de un preso recién fallecido, lo sometía a diferentes descargas eléctricas las cuales provocaban reacciones en el cuerpo, éstas iban de un abrir y cerrar de ojos, hasta lograr que el cadáver se sentara. Mary fue testigo de lo que hoy llamamos como bioelectricidad, algo que la impactaría y serviría de base para su novela.

Percy y Mary huyen y se van de viaje por varias semanas, donde surge el diario de viaje Historia de una excursión de seis semana, donde recorrieron Suiza, Alemania, Paris, Holanda, publicado con éxito en 1817.

 Mary queda embarazada, pero en ese momento la pareja pasaba por un momento con muchas dificultades económicas da a luz a una niña, Clara, quien muere a los pocos días. En este tiempo comienza a tener sueños recurrentes donde Mary frotaba la piel de su hija al calor de la hoguera y esto la revivía. Nuevamente vemos una similitud con su novela cuando Viktor da vida al monstruo con la “chispa de la vida”.

Los años subsecuentes no fueron más tranquilos, Mary tiene que lidiar con las distintas infidelidades de Percy, donde se dice se encuentra su hermanastra Claire; el suicidio de la esposa de Shelley; las propuestas de Percy a sus amigos para que cortejaran a Mary; y la muerte de dos hijos más.

Frankenstein y el moderno prometeo

Es bastante conocido que en 1816, mientras Percy y Mary se encontraban de viaje, pasaron varias semanas en el castillo de Lord Byron, quien era un tipo de rock star literario de la época. Ese año sería conocido como “el año sin verano” ya que el volcán Tambora en Indonesia, hace erupción y eclipsa la tierra. Como resultado las lluvias les impide a este peculiar grupo salir, Byron propone a todos crear una historia más terrorífica.

Esta anécdota resulta interesante, ya que Mary tenía muchas presiones para crear algo. Primero por lo que se esperaba de ella, al ser hija de dos personalidades respetadas literarias, uno esperaría mucho. En segundo lugar tenemos a sus rivales Percy Shelley y Lord Byron dos poetas exitosos y respetados. Finalmente gracias a un sueño llega la inspiración.

Hay algo curioso en lo que llamamos Frankenstein, primero porque la novela le roba el protagonismo a la escritora, y también el monstruo le roba el nombre a su creador, Viktor. Con esto me refiero a que Frankenstein es el nombre del creador: Viktor Frankenstein. El monstruo no tiene nombre, aunque se le ha llamado Adam, como la misma Mary se refirió a él.

La creación de este monstruo vino a revolucionar el mundo de la literatura, primero porque se crea un nuevo género, la ciencia ficción, segundo porque es un ser creado que no requiere de la intervención divina ni femenina. Tampoco vemos en él la inspiración en el folklore de algún país o cultura. Podríamos decir que es una creación 100% original. Pero ¿qué pasa con Prometeo?

Cuando hablamos de Prometeo, vemos que dentro de la literatura hay más de uno, tenemos al Titán que le roba el fuego a Zeus para dárselo a los hombres; Prometeo el plastificador, el que moldea y da forma en La Metamorfosis de Ovideo; y tenemos a los Prometeos del Romanticismo inglés, Lord Byron con su poema de 1816 Prometo, y la obra de Percy Shelley Prometeo desencadenado.

Una de las fuerzas más atrayentes que vemos en Frankenstein es su conocimiento, su capacidad para asimilar a la sociedad y su propia existencia, y con esto nos vamos con Doctor Fausto de Christopher Marlowe (1604): la monstruosidad del conocimiento, el querer saber más de lo que se le ha dado al humano haciendo un pacto con el diablo.

También tenemos otros mitos y referencias literarias tales como el Gollem; también vemos el viaje de Walton, la última tule, quien podríamos decir que es un doble de Viktor, que viaja al Polo Norte para encontrar una especie de paraíso en mitad de los últimos hielos; tenemos también a Narciso, pero mejor dicho, un antinarciso, que no es consciente de su monstruosidad hasta que se compara con otros.

Como podrán ver es que todas estas referencias culturales han sido opacadas, eclipsadas por la cultura pop. Contrario a lo que vemos en caricaturas, series, películas, el monstruo no es un ser torpe y lento, lo que tiene de horrible, lo gana en capacidad verbal, retórica, pensamiento y sentimientos. Representa la fealdad del mal pero en la humanidad, el monstruo es un ser bello, pintoresco, sublime que se ve contaminado y corrompido.

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