Cartas de un Diablo a su Sobrino. Si tuviera que describir este curioso libro, lo descubriría como una versión demoniaca de Ética para Amador; sólo que, en este caso, Fernando Savater sería el demonio Escrutopo, y su sobrino sería el diablo Orugario. Un libro de ética religiosa, en la que un sabio demonio orienta a su sobrino, sobre la ética y la moral de la humanidad, de manera de que el joven diablo pueda conducir a su Paciente lejos del reino de el Enemigo. Ese Enemigo, que creó todo en el mundo, y que, de una manera arrogante, le dio libre albedrío a esos animales humanos, de manera de que ellos deban tomar las mejores decisiones para alcanzar el reino de los cielos, y no ser devorados por los demonios que habitan en el infierno.
Trabaja a fondo, pues, durante la etapa de decepción o anticlímax que, con toda seguridad, ha de atravesar el paciente durante sus primeras semanas como hombre religioso. El Enemigo deja que esta desilusión se produzca al comienzo de todos los esfuerzos humanos: ocurre cuando el muchacho que se deleitó en la escuela primaria con la lectura de las Historias de la Odisea, se pone a aprender griego en serio; cuando los enamorados ya se han casado y acometen la empresa efectiva de aprender a vivir juntos.
Dejando a un lado las comparaciones forzadas, como la que acabo de hacer, Cartas de un Diablo a su Sobrino es una recopilación de las Cartas que envía el diablo Escrutopo a su sobrino, hablándole de las diferentes formas en las que los humanos pueden ser corrompidos, alejándolos de la bondad de Dios, su Enemigo. En cada carta, Escrutopo adentra al lector en la sencilla historia del Paciente, quien vive en Inglaterra, y, en parte gracias a la Segunda Guerra Mundial, poco a poco se va acercando al Cristianismo. Pero este no es el fin para las acciones del Orugario, quien debe de llevarlo por el camino del pecado, pues, en muchas ocasiones, la religión puede provocar más pecados que el mismo ateísmo; solo es cuestión de llevar al Paciente por el camino correcto.
Por supuesto, es imposible impedir que rece por su madre, pero disponemos de medios para hacer inocuas estas oraciones: asegúrate de que sean siempre muy “espirituales”, de que siempre se preocupe por el estado de su alma y nunca por su reuma. De ahí se derivarán dos ventajas.
¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Cuáles son las virtudes y los defectos del Ser Humano? ¿Cómo podemos obrar para evitar caer en las garras de los demonios? ¿Cómo es que la religión puede ser un arma de doble filo al hablar del pecado? Todas estas preguntas, y muchas otras, son las que busca responder el sabio Escrutopo en las treinta cartas que le escribe a su sobrino. Cartas que, por alguna extraña razón, llegaron a las manos de C.S. Lewis, novelista y teólogo inglés (muy reconocido por escribir Las Crónicas de Narnia), quién las “recopiló” y publicó en desaparecido periódico Manchester Guardian.
Y cuán desastroso es para nosotros el continuo acordarse de la muerte a que obliga la guerra. Una de nuestras mejores armas, la mundanidad satisfecha, queda inutilizada. En tiempo de guerra, ni siquiera un humano puede creer que va a vivir para siempre.
Como era de esperarse, The Screwtape letters (Las cartas de Escrutopo), nombre con el que se publicaron las cartas en el periódico, la columna teológica de C.S. Lewis llamó mucho la atención de los suscriptores al periódico. Pero, a pesar de que, a lo largo de las cartas, C.S. Lewis son un tratado teológico que reafirma los valores cristianos, buscando mostrar también los antivalores que podrían ser perjudiciales para una correcta vida religiosa, este fue muy mal recibido por los subscriptores cristianos del periódico. Y es que, para ellos era una herejía tratar el tema de esa forma.
Hagas lo que hagas, habrá cierta benevolencia, al igual que cierta malicia, en el alma de tu paciente. Lo bueno es dirigir la malicia a sus vecinos inmediatos, a los que ve todos los días, y proyectar su benevolencia a la circunferencia remota, a gente que no conoce. Así, la malicia se hace totalmente real y la benevolencia en gran parte imaginaria.
Pero no te equivoques. Cartas de un Diablo a su Sobrino no es un libro meramente moralista. No es un aburrido tratado de teología que busca pregonar la palabra del Señor. No, es un interesante análisis a la sociedad de la primera mitad del siglo XX; un análisis crítico que sigue vigente hasta nuestros tiempos, pues menciona las formas en la que los humanos podemos pervertir los valores más básicos, llevándonos a pecar, aun en nombre de Dios. Además, por la manera en la que C.S. Lewis narra la historia del Paciente y Orugario, el libro introduce al lector, de manera inmediata, en la ética de Infierno, y poco a poco, a descubrir el lado más obscuro del Ser Humano, ese lado que se muestra día a día, en las acciones más cotidianas. Por todo esto y más, Cartas de un Diablo a su Sobrino es un libro que vale la pena leer, y es que, además de entretener a los y las lectores, les llevará a recorrer la mente y la ética más profunda de nuestro Ser.
¿No te ha hablado nadie nunca de la ley de la Ondulación? Los humanos son anfibios: mitad espíritu y mitad animal. (La decisión del Enemigo de crear tan repugnante híbrido fue una de las cosas que hicieron que Nuestro Padre le retirase su apoyo.) Como espíritus, pertenecen al mundo eterno, pero como animales habitan el tiempo. Esto significa -que mientras su espíritu puede estar orientado hacia un objeto eterno, sus cuerpos, pasiones y fantasías están cambiando constantemente, porque vivir en el tiempo equivale a cambiar. Lo más que pueden acercarse a la constancia, por tanto, es la ondulación: el reiterado retorno a un nivel de que repetidamente vuelven a caer, una serie de simas y cimas.