Uno más de los clásicos de ciencia ficción. Si piensas que eres un experto en Scifi y no has leído este clásico, entonces no has leído nada, sal de los básicos de Ray Bradbury y Orson Wells, hay un mundo de ciencia ficción allá fuera y este libro es apenas comenzar a escarbar. The Matrix tomó la mayor parte de su inspiración de este libro y muchas más películas y referencias pop provienen de aquí. William Gibson, autor de Neuromante, es considerado el padre del cyberpunk. El cyberpunk es un subgénero que se ambienta en futuros distópicos, con un alto grado de tecnología, donde la informática y la cibernética toman gran protagonismo.
La Matrix es un mundo dentro del mundo, una alucinación global concientizada, la representación de cada byte de datos en el ciberespacio…
Henry Dorsett Case era el más astuto ladrón de datos en el negocio, hasta que un vengativo jefe previo dejo hecho añicos su sistema nervioso. Pero ahora un nuevo y misterioso empleador lo recluta para un último trabajo. El objetivo: una impensablemente poderosa inteligencia artificial en servicio del siniestro clan Tessier-Ashpool. Con un hombre muerto viajando de copiloto y Molly, la samurái de la calle con ojos de espejo para protegerla la espalda, Case se embarca embarca en una aventura.
Lo primero que tengo que decir de este libro es que es demasiado confuso, parece un ejercicio de narrativa. Da saltos en la historia que nunca se explican y a veces no entiendes como llegan los personajes de una situación a otra. Del otro lado, tiene imágenes muy poderosas que te recuerdan que la literatura y sobre todo la ciencia ficción siempre están en evolución, hay una línea muy famosa con la que comienza el libro “The sky above the port was the color of television, tuned to a dead channel.” Para los más creciditos como yo, sabrán que el cielo proyectando un canal muerto es blanco con puntos negros, la imagen que relacionamos con la estática, pero que pasa con las nuevas generaciones que al imaginar un canal muerto solo imaginan el color negro. Interesante.
Amé los dispositivos escondidos en el cuerpo, las entidades controladas por inteligencias artificiales, los personajes, la combinación de lugares japoneses con el ciberespacio, todas las referencias a Japón, lo que no amé fueron los saltos temporales.
Este es un clásico que se siente que se ha permeado en muchos rincones de la literatura, el cine y en general de la cultura pop. Si amas la ciencia ficción, tienes que leer Neuromante de William Gibson.