1984. El Partido Ingsoc (Socialismo Inglés), encabezado por el Gran Hermano, logró crear un sistema político-social que asegura la paz y el orden social de Oceanía, una de las tres superpotencias que dominan el mundo. Para mantener la paz, el estado suprime todos los derechos sociales y políticos de los Miembros del Partido Exterior y de Los Proles, controlando cada uno de sus movimientos. Y es que, el Gran Hermano vigila a todos los ciudadanos de Oceanía, escuchando todas sus conversaciones y grabando todos sus movimientos las 24 horas del día.
La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.
Para mantener ese control total, el gobierno se encuentra dividido en cuatro ministerios dedicados a crear, recrear o controlar la visión del Estado perfecto. Empezando por el Ministerio de la Verdad, que manipula los documentos históricos a favor de la historia oficial del Ingsoc; pasando por el Ministerio de la Abundancia, que se encarga de planificar la producción, para que la sociedad se encuentre siempre al borde de la subsistencia; el Ministerio del Amor, que procura los castigos y torturas a los disidentes; y el Ministerio de la Paz, encargada de todos los asuntos relacionados con la guerra.
Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro .
Winston Smith es uno más de los engranajes que permiten que el sistema del Ingsoc funcione a la perfección; un burócrata, miembro del Partido Exterior, cuyo trabajo, en el Ministerio de la Verdad, consiste en quemar todos los documentos del pasado y falsificarlos a modo que encajen con la visión del partido. Un sujeto que, después de años alterando la verdad, descubre la farsa del sistema impuesto por el Gran Hermano. Y, junto a Julia, una mecánica en el Departamento de Novela del Ministerio de la Verdad, decide iniciar una búsqueda por la individualidad personal, en un gobierno que busca controlar hasta los pensamientos. Una rebelión de dos personas, contra un sistema opresor y omnipresente.
No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura.
1984, una de las novelas más icónicas del siglo XX, en la que, el autor británico, George Orwell, realiza una severa crítica a los gobiernos totalitarios que azotaron al mundo (y siguen azotando) durante la primera mitad del siglo pasado; mostrando la manera en la que, el Nacional Socialismo y el Estalinismo controlaban a la sociedad a través de propaganda y el terror. Una crítica profética, que está tan vigente en el siglo XXI, como cuando fue escrita. No lo digo únicamente por la manera en la que el Gran Hermano vigilaba a la población mediante los micrófonos y Telepantallas (o cámaras de vigilancia); sino por todos los demás detalles, como la manipulación de la información en medios formales y emergentes, los Dos Minutos de Odio, la propaganda política y social e, incluso, la manera en la que el gobierno o empresas controlan, de manera artificial, la demanda y producción de algunos productos.
Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y después de haberse revelado, no serán conscientes. Ese es el problema.
Más allá de las similitudes y análisis que se han hecho de 1984, cabe destacar que, la historia narrada por Orwell es impactante. Y es que, además de la aterradora descripción que realiza sobre el mundo en el que viven Julia y Winston, la manera en la que cuenta la transformación de Winston, y su relación con Julia, te atrapa desde las primeras páginas, invitándote a seguir leyendo, hasta conocer el desenlace de la historia. Definitivamente, esta es una novela que todo amante de la lectura, y de la política debe leer en diferentes etapas de su vida.
Si pueden obligarme a dejarte de amar… ésa sería la verdadera traición.