Becky Chambers es la maestra de las historias dirigidas por sus personajes más que por las historias en sí, como nos enseña en su trilogía de The Wayfarers (de los cuáles he leído los primeros dos) y por lo que me animé a leer esta novela casi el día de su lanzamiento, viaje de exploración en el que los humanos analizan la vida en otros planetas, todo desde un punto de vista científico. Tenía que leerlo.
Ariadne es una exploradora de planetas. Como astronauta en una nave extrasolar, ella y sus compañeros duermen entre mundos y despiertan para cada nueva exploración con nuevas características en su cuerpo, adaptadas a nuevos mundos. Su experiencia es de un cuerpo fluido y una mente estable con una perspectiva única del paso del tiempo. Mientras ellos viajan, la sociedad en la tierra cambia década a década, como siempre lo ha hecho.
Ariadne puede despertar ante la noticia de que a su planeta ya no le interesa la exploración científica extrasolar o que la nación que la vio crecer ya no existe, todo esto mientras se enfrenta a nuevas formas de vida, misterios y retos en otros mundos.
Este libro es una pequeña reflexión ante nuestra necesidad de exploración y cuánto vale realmente la pena. Esta novela corta está dividida en cuatro partes: Aecor, Mirabilis, Opera y Votum. En cada planeta nos encontramos con formas de vida en ocasiones fáciles de comprender y en otras totalmente complicadas, acompañamos a la tripulación mientras recaban información e intentan entender la vida en otros planetas pero lo más importante en este libro y lo que me encantó es que exploramos la psiquis de todos los tripulantes.
Esta novela de ciencia ficción me recuerda porque me gustan estas historias y porque quiero leer de otros mundos, donde no siempre se trata de dramas, guerras, etc. En ocasiones lo más relevante está en la mente humana y su reacción ante lo adverso.